Pedro Miguel, un tipo que escribe en La Jornada, presenta hoy una reflexión bien interesante sobre la poítica, la violencia y América Latina. Me gustó su nota, pero no me atrevo a copiarla completa, sino a citarla.(clic a leer más)
"Algunos ahora cincuentones, o casi, hemos estado escuchado cosas de las FARC y de Marulanda desde que éramos niños. Cosas violentas, casi siempre: combates, muertos, secuestros, explosiones, heridos, capturas, ambulancias, policía; desaparecidos, ajusticiados, torturados, encarcelados, exilio. De cuando en cuando, tentativas de paz que terminan en masacres, en tanques que suben, disparando, las escaleras de mármol de un venerable edificio constitucional, partidos políticos diezmados, cacerías humanas sin término. Los gobernantes en turno, encorbatados y serenos, han venido ofreciendo, desde entonces, paz, empleo, prosperidad y justicia. La violencia política en Colombia y en América Latina ha sido objeto de ensayos, novelas, obras de teatro, canciones, exposiciones, coloquios y ciclos de conferencias, y se ha exagerado o minimizado a conveniencia las posibilidades de los grupos guerrilleros."
Tal vez lo más interesante de la nota es el final, en que nos dice que en efecto, todo eso sigue ahí, que la violencia persiste, que los diferendos políticos se mantienen, y que las estrategias de solución planteadas siguen siendo las mismas:
"Pero, en lo básico, las propuestas de ahora siguen siendo las mismas que se aplicaban en los tiempos de la carrera espacial y de los Beatles: matar, encarcelar, secuestrar, torturar, arrasar la tierra, sacar al pez del agua. Marulanda se ha muerto de viejo, al parecer, y es improbable que su caso se repita. Pero en el fondo, y eso lo sabe todo mundo, las cosas no han cambiado, y así no vamos a llegar a nada"
Para uno que ha tenido oportunidad de andar, conocer gente, charlar con los colombianos de la montaña y sentir sus temores, esperanzas y frustraciones, este breve texto no es sino una mordida de dura realidad. El hecho de que haya muerto Marulanda o de que muriera Uribe, no cambiará nada mientras sigamos pensando igual. Link a nota completa en el título del post.
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