Basta con leer esta nota sobre el asesinato de Trinidad de la Cruz para darnos cuenta que nada está más alejado de la realidad: hay poblados en el país que no tienen la presencia de ninguna fuerza del orden, y cuando llega a estar, está frecuentemente del lado del contrario o huyendo.
Este relato es triste, porque era un hombre de 72 años, porque nadie hizo nada por salvarlo, y porque sabía lo que hacía pero tuvo los pantalones para defender su causa. Qué triste, mi país.
Guadalajara, Jal., 11 de diciembre. Tirados boca abajo en una brecha oculta por la selva sólo escuchamos los golpes secos y los lamentos ahogados de Trinidad de la Cruz Crisóstomo, de 72 años; detrás de nosotros alguno de los cuatro sujetos armados que nos emboscaron lo tortura mientras otros nos vigilan, cortan cartucho, preguntan cosas y amenazan. Entre los cuatro encapuchados no suman el número de años del anciano al que están matando lentamente.
Acá la nota: http://www.jornada.unam.mx/2011/12/12/politica/003n1pol
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